Guía paso a paso para elaborar vino casero usando barricas de roble
Hacer vino en casa puede ser una experiencia tan enriquecedora como deliciosa. Y si hay un elemento que puede elevar ese proceso a otro nivel, es la barrica. Ya sea para fermentar o para guardar el vino, una barrica de roble usada aporta sabor, estructura y una historia que se mezcla con cada gota.
A diferencia de lo que muchos creen, no hace falta una barrica nueva para obtener un gran resultado. Incluso reconocidos enólogos eligen barricas usadas por su equilibrio, su menor aporte tánico y su capacidad de redondear el vino sin sobrecargarlo.
Paso 1: Elegí tus uvas
Preferentemente uvas de buena calidad, sanas y maduras. Podés usar Malbec, Bonarda, Cabernet Sauvignon, cabernet Franc, uvas criollas o cualquier variedad disponible en tu zona.
Paso 2: Despalillado y estrujado
Separá los escobajos (tallos) de los granos y estrujá las uvas para liberar el jugo. Esto podés hacerlo de forma manual o con herramientas caseras.
Paso 3: Fermentación
Acá es donde la barrica puede entrar en juego por primera vez. Fermentar en barrica es posible y recomendable si tenés una barrica en buen estado. La madera permite una microoxigenación que mejora la textura del vino.
Podés dejar los hollejos y pepitas durante 7 a 14 días, removiendo diariamente para extraer color y taninos.
Paso 4: Descube y prensado
Una vez finalizada la fermentación, separá el líquido del orujo. El vino joven resultante se puede prensar para aprovechar al máximo el jugo.
Paso 5: Guarda y crianza en barrica
Aquí es donde la barrica realmente brilla. Usar una barrica usada es ideal para no sobrecargar el vino con madera. El vino se estabiliza, redondea y gana complejidad. Dependiendo del tipo de vino y de barrica, podés dejarlo de 3 meses a 1 año.
La temperatura ideal de guarda está entre 12 y 18 ºC. Es importante controlar los niveles de sulfuroso y rellenar la barrica cada cierto tiempo para evitar oxidaciones.
Paso 6: Trasiego y embotellado
Luego del tiempo de crianza, se hace un trasiego (traslado del vino a otro recipiente) para separar sedimentos. Finalmente, embotellá el vino y dejalo reposar antes de consumirlo.
Consejos extra
- Siempre sanitizá bien la barrica antes de usarla. Podés usar vapor o agua caliente.
- Barricas de 225 litros son ideales, pero también existen versiones de 100 o 50 litros para elaboraciones más chicas.
- No hace falta tener una bodega: un garaje, sótano o cuarto fresco puede ser suficiente.
Conclusión: la madera también cuenta tu historia
El vino casero tiene algo especial: refleja tu tiempo, tus decisiones y tu entorno. Usar una barrica usada en ese proceso es sumarle una historia previa, una capa de profundidad que se siente en el aroma y en el gusto. No es solo un recipiente, es una herramienta que conecta tu vino con una tradición centenaria y con quienes, como vos, hacen vino con pasión.
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